MASONERÍA Y POSIBILISMO LIBERTARIO:
LA ACTIVIDAD MASÓNICA DE MARÍN CIVERA Jesús RUIZ PÉREZ
Jesús RUIZ PÉREZ, "Masonería y posibilismo libertario: La actividad masónica de Marín Civera", en J. A. FERRER BENIMELI (Coord.), La masonería en Madrid y en España del siglo XVIII al XXI, Tomo II, Zaragoza, Gobierno de Aragón, 2004, pp. 1005-1021 Actas del X Symposium Internacional de Historia de la Masonería Española, Leganés (Madrid), del 2 al 6 de septiembre de 2003 ISBN 84-96223-49-3
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Sello de la colección Cuadernos de Cultura (1930-1933), dirigida por Marín Civera
Marín Civera Martínez (Valencia, 15 de abril de 1900 – México, 23 de mayo de1975) destacó, dentro del movimiento libertario español de los años 30, por su intensa labor como publicista. Vinculado al inicio de la Segunda República al sector treintista de la CNT, al final de este período se contaba entre los dirigentes del Partido Sindicalista de Ángel Pestaña.
Esta trayectoria permite considerar a Marín Civera un claro exponente del posibilismo libertario, concepto con el que designamos la postura de aquellos anarquistas que, sin renunciar a sus fines revolucionarios, la destrucción del Estado y del sistema capitalista, decidieron apoyar a la Segunda República e integrarse en el sistema democrático, actitud que en algunos casos se plasmó en la participación en el poder político.
Un aspecto menos conocido de su biografía es su dilatada pertenencia a la masonería, que se extendió de mediados de los años 20 hasta el final de la Segunda República y, probablemente, de la Guerra Civil.
En el siguiente artículo se analiza la vinculación entre la actividad de Marín Civera como libertario y aquella que desarrolló dentro de la masonería, y en especial, su proyecto de que esta institución creara un partido específico con el objeto de establecer la democracia en España, que planteó en 1928 y que permite identificarle como posibilista con anterioridad a la Segunda República. Con dicho análisis se prentende, en primer lugar, precisar los términos de la compatibilidad entre anarquismo y masonería, y, en segundo lugar, establecer los principios ideológicos en los que Marín Civera basó su postura posibilista.
1. MARÍN CIVERA, SINDICALISTA REVOLUCIONARIO
Marín Civera nació en el seno de una familia de clase media, lo que le permitió cursar estudios de contabilidad, que amplió por su cuenta con otros de literatura, filosofía y economía, adquiriendo una extensa formación intelectual. Profesional técnico, trabajó en un empresa consignataria de maderas de Grao, y en 1933 se trasladó a Madrid, tras obtener una plaza en el Instituto Nacional del Vino.
La relación de Marín Civera con el anarcosindicalismo, y en particular con las corrientes sindicalistas revolucionarias dentro de la CNT, se remonta a su primera juventud. En diciembre de 1919 asistió al Congreso Nacional de la CNT, celebrado en el Teatro de la Comedia de Madrid, en calidad de delegado por el Sindicato Único de Emplados de Comercio de Valencia, junto a Francisco Ferrándiz. En dicho Congreso la delegación de la que formaba parte Civera fue la encargada de proponer la creación de Sindicatos de Profesiones Liberales y Sindicatos de Distribución para encuadrar a los técnicos e intelectuales en el seno de la Confederación Nacional del Trabajo. La aceptación de esta medida supuso un avance en la dirección de las tesis del sindicalismo revolucionario, por cuanto estaba encaminada a poner a la organización sindical en condiciones de gestionar la producción y distribución industrial, es decir, de sustituir con éxito al sistema capitalista.
De 1930 al periodo final de la Segunda República la
faceta por la que Marín Civera alcanzó relieve nacional, y a la que consagró todos sus esfuerzos, fue la de publicista y editor, entregado a la divulgación cultural entre los trabajadores y, en particular, a la difusión de los principios del sindicalismo revolucionario. Emprendió esta tarea con la edición de una biblioteca de folletos a precios asequibles, Cuadernos de Cultura, que entre 1930 y 1933 alcanzó casi el centenar de ejemplares publicados. Dirigida a la educación autodidacta, ofertaba libros sobre una gran variedad de disciplinas, “Política, Economía, Sociología, Derecho, Ciencias Naturales y Aplicadas, Geografía, Historia, Filosofía, Religiones, Arte, Literatura, Fisiología e Higiene”
, tratadas tanto por científicos como por autores de distintas tendencias políticas (libertarios, republicanos, socialistas, comunistas), aunque todos ellos unidos, en palabras de Marín Civera, por su condición “liberal”. Se trataba por tanto de una colección plural en temas y perspectivas, “de sentido ecléctico”, tal y como se presentó ante los lectores. Este eclecticismo implicaba una particular concepción de la educación: en oposición al adoctrinamiento, pasivo y unívoco, se ofrecían al lector materiales de estudio para que, reflexionando sobre ellos, llegara a formarse un criterio sobre las cuestiones tratadas.
“Vamos a exponer para que el hombre elija, acepte o reforme; nosotros no recomendamos ningún sistema, ni nos hacemos solidarios de cualquier deducción doctrinal que puedan deslizar los colaboradores”.
El segundo proyecto editorial de divulgación animado por Marín Civera fue la revista Orto, publicada entre 1932 y 1934. Dicha revista también hizo gala de eclecticismo, y si bien se centró en desentrañar el funcionamiento de la economía y las propuestas alternativas a la organización capitalista, concediendo protagonismo a la exposición de los análisis y concepciones del sindicalismo revolucionario de la mano de sus representantes más destacados (Cornelissen, Besnard, Pestaña), también incluyó los trabajos de autores marxistas, y no desdeñó abordar temas laterales, como la eugenesia o el anticlericalismo.
A la labor realizada desde estas plataformas editoriales hay que unir la publicación de obras de autoría propia, la mayor parte, a su vez, de divulgación, planteadas como introducción a la trayectoria histórica y los planteamientos de algunas corrientes de pensamiento político y económico, en particular el socialismo marxista y el sindicalismo revolucionario: El marxismo. Origen, Desarrollo y Transformación, Madrid, 1930, Socialismo (Nº1 de Cuadernos de Cultura), Valencia, 1930, La formación de la Economía Política (Nº5 de Cuadernos de Cultura), Valencia, 1930, El Sindicalismo. Historia, Filosofía, Economía, Valencia, 1931, y El sindicalismo y la economía actual, Madrid, 1936.
En la última etapa de la Segunda República tuvo lugar la adhesión de Marín Civera al Partido Sindicalista, concebido como instrumento de participación política al servicio del sindicalismo revolucionario. Destacado miembro del mismo, al inicio de la Guerra Civil se hizo cargo de la dirección de El Pueblo, de Valencia, y Mañana, de Barcelona, órganos del PS y, tras la muerte de Ángel Pestaña, en noviembre de 1937, pasó a sustituirle como Presidente del partido a escala nacional.
2. MARÍN CIVERA, MASÓN
Marín Civera fue iniciado el 20 de enero de 1925 en la Logia
Patria Nueva Nº 4 de Grao, Valencia, perteneciente al Grande Oriente Español, con el nombre simbólico “Mario”. Exaltado al Grado 2º en junio de 1925 y al 3º en noviembre de 1925, desempeñó con frecuencia, dentro de su Logia, los cargos de mayor responsabilidad: Venerable Maestro, en 1928, Segundo Vigilante, en 1932, y Primer Vigilante, en 1933
. Así mismo gozó de la confianza y el reconocimiento de la Gran Logia Regional de Levante, que le eligió para ostentar su representación en distintas tareas
: cuando dicha Logia Regional constituyó, en marzo de 1928, la Fundación Cultural Blasco Ibáñez, Marín Civera formó parte, como Vocal, de la Comisión Gestora encargada de iniciar su funcionamiento
; tres meses más tarde asistió como representante oficial de la masonería de Levante a la Asamblea Nacional Simbólica celebrada en Gijón
; a mediados de 1930 se le designó Segundo Vigilante de la Comisión de Gobierno de la Regional Centro, establecida de modo interino en Valencia por decisión del Gran Consejo Federal Simbólico, ante los conflictos internos surgidos en el seno de la masonería madrileña
; y en julio de 1934 se le incluyó entre los Maestros Masones que reunían condiciones para ser elegidos Gran Maestre Nacional.
Aunque el anterior constituye el último dato inequívoco de la continuidad de Marín Civera como miembro activo dentro de la Orden, existen indicios de que ésta se prolongó hasta el final de la Guerra Civil. El primero, la carta escrita por Civera a un hermano masón fechada el 15 de julio de 1936, de cuyo texto, que comentaremos más adelante, se deduce la pervivencia de su identificación con las instituciones masónicas
. El segundo, el artículo de Marín Civera, que también se comentará más adelante, “Recordando a Anselmo Lorenzo, anarquista y masón”, escrito durante la Guerra Civil para su publicación en
El Sindicalista, de Madrid, uno de los órganos del PS
. En tercer lugar, al inicio de su exilio en Francia, periodo en el que quedó recluido en un campo de refugiados, recibió por parte de algunos masones la oferta de gestionar su salida, trato de favor que rechazó por compañerismo hacia el resto de internados, y que permite suponer que aún formaba parte de la Orden, o al menos mantenía con ella relaciones muy cordiales
.
3. COMPATIBILIDAD ENTRE MASONERÍA Y MOVIMIENTO LIBERTARIO
Marín Civera concilió durante varios años su pertenencia a la masonería con su condición de destacado teórico y publicista libertario. Este hecho nos obliga a abordar una cuestión a la que la historiografía especializada ya ha realizado algunas aproximaciones: los términos en los que se estableció la relación entre masonería y anarquismo.
3.1. Estado de la cuestión
Para explicar la pertenencia masónica de destacadas figuras del movimiento libertario español, entre el último tercio del siglo XIX y el primero del siglo XX, se ha señalado, con acierto, la existencia de varios elementos de identidad entre anarquismo y masonería. En primer lugar, ambas corrientes pretendían transformar moralmente al individuo a fin de alcanzar una sociedad perfecta, basada en la fraternidad de todos los hombres, y confiaban en la educación como medio para alcanzar tal objetivo. Y, en estrecha vinculación con el punto anterior, ambas compartían la fe en la ciencia y la razón, concebidas como impulsoras del bienestar y el progreso del hombre, el ejercicio del librepensamiento y un marcado anticlericalismo, derivado de considerar a la Iglesia un poderoso agente de control ideológico, garante de la reacción y responsable del fanatismo y el atraso de la sociedad
.
Junto a esta base ideológica común se ha subrayado como principal obstáculo a la compatibilidad entre masonería y anarquismo el carácter pequeñoburgués y reformista de la primera, contrapuesto a la condición obrera y revolucionaria del segundo
. Este enfoque se corresponde, de hecho, con la crítica a la masonería expresada en la época por parte del movimiento obrero, tanto marxista como anarquista
. Al asumir este planteamiento los autores que han abordado el tema suelen adjudicarle rango de contradicción insoslayable, fuente de tensión continua en los libertarios que optaron por ingresar en la masonería. Tal perspectiva acaba por negar la compatibilidad entre anarquismo y masonería: conduce a la conclusión de que un anarquista no podía ser, sinceramente y con pleno conocimiento de causa, un masón auténtico. Partiendo de esta premisa, el ingreso de ácratas en la Orden queda explicado en base a una combinación de: (1) elementos favorables: las analogías ideológicas ya expuestas, (2) factores coyunturales: por lo normal, una situación de represión sobre el movimiento libertario, y (3) consideraciones instrumentales: el deseo de usar las logias como caja de resonancia para ejercer el proselitismo
.
Sin embargo, como pretende demostrarse a lo largo del presente trabajo, Marín Civera constituyó un ejemplo de pertenencia consecuente a la Orden. El estudio de su caso contribuirá a precisar las premisas en las que residía la compatibilidad entre anarquismo y masonería y a probar, por tanto, que ésta fue posible
. Algo que, por supuesto, no refuta la hipótesis de que la trayectoria masónica de otros libertarios respondiera a motivos distintos de la convicción personal, de tipo táctico o instrumental.
3. 2. La pertenencia masónica como convicción personal
¿Qué significaba ser masón?
Sin nos atenemos a la definición suministrada tanto por la historiografía como por la propia institución, la masonería era ante todo una escuela de formación del espíritu, intelectual y moral, caracterizada por el humanismo, entendiendo por éste el sistema de pensamiento que asienta su escala de valores en el desarrollo pleno de los individuos.
“La masonería no es un partido político, ni un sindicato; tampoco es una religión, ni una secta”.
“La masonería se puede considerar, (...), desde su nacimiento, como una escuela de formación humana (...), (...) una asociación cosmopolita que acoge en su seno a hombres de diferente lengua, cultura, religión, raza, e incluso convicciones políticas, pero que coinciden en el deseo común de perfeccionarse por medio de una simbología de naturaleza mística o racional, y de prestar ayuda a los demás a través de la filantropía y la educación”.
“La Francmasonería es un movimiento del espíritu, dentro del cual tienen cabida todas las tendencias y convicciones favorables al mejoramiento moral y material del género humano. La Francmasonería no se hace órgano de ninguna tendencia política o social determinada. Su misión es la de estudiar desinteresadamente todos los problemas que conciernen a la vida de la humanidad para hacer su vida más fraternal”.
La actividad cotidiana de las logias estaba dedicada, de modo primordial, a la formación mutua de sus miembros, a través de la discusión de temas de debate. Y conllevaba, junto a este tipo de “trabajos”, gran número de tareas rutinarias. Así lo destacó el dirigente anarcosindicalista Vicente Ballester, miembro de la Gran Logia Española durante la Dictadura de Primo de Rivera, al hacer notar a sus compañeros que algunos “elementos valiosos”, tras ser iniciados, “cuando ven la luz y con ella la monotonía de los trabajos se marchan decepcionados”
.
Si bien la masonería demostró ser sensible ante “la cuestión social”, conforme ésta se hacía un problema más acuciante, y la integró a los temas discutidos en los talleres, nunca llegó a adoptar una postura concluyente frente a la misma, y ésta ocupó un lugar accesorio entre sus preocupaciones. Conviene también matizar su reformismo, que estribó, no en garantizar la intangibilidad del sistema capitalista en sí, sino en excluir las soluciones violentas al conflicto entre capital y trabajo, como se desprende tanto de sus esporádicas actuaciones en el mundo profano en labores de mediación como de la tendencia que predominó en sus declaraciones, el reconocimiento del trabajo como única fuente legítima de riqueza
.
El ingreso en la masonería, como decisión personal, implicaba el deseo de cooperar en el aprendizaje con personas que compartían las mismas inquietudes de formación del espíritu. El que algunos anarquistas pudieran aceptar como interlocutores en esta tarea a los hermanos de las logias, en su mayoría burgueses, y atribuir al intercambio intelectual con ellos una cualidad perfeccionadora constituye una expresión más del eclecticismo libertario y el concepto de la educación inherente al mismo. Como ya se ha comentado, resulta paradigmática en este aspecto la actitud de Marín Civera, cuya colección Cuadernos de Cultura no vacilaba en incorporar autores burgueses, elección que equivalía a apreciar como valiosos sus conocimientos y argumentaciones.
La hipótesis anterior queda avalada por el hecho de que la atracción por la masonería se diera entre libertarios que disponían de una educación sobresaliente. Si una cosa tenían en común Anselmo Lorenzo, Francisco Ferrer Guardia, José Sánchez Rosa, Eleuterio Quintanilla, Vicente Ballester, Pedro Vallina y Marín Civera, ésta era el poseer una notable formación intelectual.
3. 3. Una afinidad básica: el humanismo
El ingreso en la masonería, como convicción personal, requería una afinidad profunda. De entre los referentes ideológicos comunes a anarquismo y masonería, expuestos al principio de este apartado, destaca uno básico: la ética de tipo humanista.
El anarquismo se funda, en esencia, en un imperativo moral, inspirado en el humanismo: su objetivo es pasar de una organización de la sociedad basada en el beneficio propio, el dominio de unos hombres sobre otros y el enfrentamiento, a otra regida por la fraternidad y la cooperación. La anarquía, la más completa libertad e igualdad, sólo se puede conseguir librando a la humanidad del lastre del egoísmo y los fanatismos (racismo, nacionalismo) que la dividen. Para los libertarios la formación de un hombre nuevo, despojado de tales taras, objetivo que, como hemos visto, compartían con la masonería, equivalía a cumplir su aspiración suprema. Una vez alcanzada esta transformación moral, el capitalismo y el Estado, la explotación y la tiranía, no podrían pervivir, y desaparecerían junto con su causas
.
El humanismo constituyó un ingrediente fundamental en el pensamiento sindicalista de Marín Civera. Un buen ejemplo lo representa el artículo con el que, a manera de declaración de principios, abrió el primer número de
Orto, “A modo de introducción. El sentido humano de la economía”, escogido también, significativamente, para encabezar cuatro años después su obra
El Sindicalismo y la economía actual.
Este texto constituye un ataque a la organización de la economía capitalista basado en razones morales: su ineficacia en términos sociales, es decir, humanos, debido a que sólo está regida por el egoísmo. La solución defendida por Marín Civera es aquella que concilia la racionalidad y la ética: poner el progreso técnico, las inmensas capacidades productivas desarrolladas por el capitalismo, al servicio del hombre, “para que contrariamente a lo que ocurre en la actualidad sirva para realizar fines humanos que no sean bastardeados por la intención del lucro”
. Algo que propone utilizando precisamente la metáfora masónica de “pulir la piedra”:
El signo de nuestro tiempo es el de dar un alma a la máquina, el de vencer esa fuerza ciega. ¿Cómo? Uniéndola al carro de una Ética superior. De una Ética que pula la rebaba de su inconsciencia.
Marín Civera define esta tarea, redentora de la humanidad en su conjunto, como un “vasto plan de construcción y rectificación de todos los valores humanos”, siendo su meta “la convivencia armónica”, sin dominaciones de una clase sobre otra
.
De modo paralelo Civera identificó también la esencia de la masonería en la ética de tipo humanista. Así hizo residir en ella el fundamento de su apología de Anselmo Lorenzo como masón:
“Anselmo Lorenzo había escogido el camino de la acracia como una superación profana de su iniciación masónica. Su sueño era el hombre perfecto en su virtud austera y en su alta moral.
Su anarquismo nacía más bien de la contemplación serena del dolor humano y de la rebusca del sentimiento entre los afanes para el logro de una moral naturalísima y alejada por completo de la fría dialéctica especulativa. (...)
(...) Anarquista y masón, Anselmo Lorenzo vivirá en la memoria de todos como ejemplo máximo de bondad y de virtud”.
Otro ejemplo lo constituye la plancha que Marín Civera elevó a la GLR de Levante con el propóstio de que fuera defendida en la Asamblea Nacional Simbólica de 1928. La extensa argumentación incluida en la misma representa una condena en términos morales del capitalismo, considerado como el triunfo del “individualismo liberal”, basado en la ambición y caracterizado por el desprecio al “factor hombre”, y encomienda a la masonería la labor de orientar a la humanidad hacia una nueva organización de la sociedad, en la que cada persona pueda desarrollarse plenamente, cubiertas sus necesidades materiales e intelectuales. Y en contraposición al egoísmo, Civera propone como principio ético el formulado por Kant: “el hombre es un fin en sí mismo”
.
3.4. La educación como origen de la transformación social
Anarquistas y masones propugnaron la educación como medio de reforma moral, condición y germen de la transformación social. Y precisamente la intervención de la masonería en el mundo profano destacó en el campo de la pedagogía, a través del patrocinio a la enseñanza laica y racionalista. En el caso de Marín Civera el esfuerzo resulta más patente, en tanto la Fundación Cultural Blasco Ibáñez constituyó un proyecto educativo promovido en exclusiva por la Gran Logia Regional de Levante, que contemplaba la creación de una Biblioteca popular, la construcción de un grupo de Escuelas Nuevas y la formación de una Colonia Escolar permanente en Buñol
. Actuaciones en el mismo sentido pueden rastrearse en la actividad de algunas de las logias a las que pertenecieron libertarios (Anselmo Lorenzo, Eleuterio Quintanilla, Vicente Ballester)
; un esfuerzo pedagógico complementario del desarrollado por los mismos anarquistas masones: junto al caso paradigmático de Ferrer Guardia, cabe señalar que Anselmo Lorenzo trabajó como traductor para la Escuela Moderna, y Sánchez Rosa y Eleuterio Quintanilla eran a su vez maestros racionalistas.
En lo que respecta a Marín Civera, sabemos que identificó explícitamente los objetivos de la masonería con los perseguidos en su actividad como publicista y editor en pro de la divulgación cultural. Así solicitó la colaboración de las logias en la promoción de Cuadernos de Cultura, que definió como “obra completamente masónica e inspirada por un noble deseo de liberalización cultural” que “necesita del apoyo de todos los HH.: y profanos que sientan el desinteresado impulso de la dignificación humana”. Y del mismo modo se refirió a su libro
El Sindicalismo y la economía actual, publicado en abril de 1936, momento en que ya pertenecía al Partido Sindicalista, como “inspirado en las normas fraternas aprendidas en la convivencia humanística y elevada de nuestras instituciones”
.
Por último cabe señalar el hecho de que como editor Marín Civera publicó, tanto en Cuadernos de Cultura como en la Biblioteca
Orto, obras acerca de la masonería, escritas por los masones Matías Usero Torrente y Pedro González-Blanco, e incluso un tratado masónico, el primer volumen de
Latomía. La difusión de los principios de la masonería, que ya había propuesto en la mencionada plancha de 1928, quedaba así integrada en su proyecto de emancipación a través de la cultura.
4. MASONERÍA Y POSIBILISMO LIBERTARIO
Hasta aquí hemos expuesto la afinidad esencial que posibilitó la conciliación entre anarquismo y masonería, evidente en el caso de Marín Civera, y de la que existen al menos indicios en el de otros ácratas masones. Ahora analizaremos los términos en los que Marín Civera se mostró partidario de la intervención de la Orden en la política nacional, a fin de identificar los principios ideológicos en los que se fundó su posibilismo, saldado al final de la etapa republicana con la afiliación al Partido Sindicalista.
Marín Civera formalizó su propuesta en aquella plancha, ya aludida repetidas veces, que confeccionó con la intención de que se discutiera en la Asamblea Nacional Simbólica de 1928. Civera remitió la plancha a José Estruch, Gran Maestre de la GLR de Levante, acompañada de una carta, fechada el 13 de febrero de 1928, en la que presentaba el trabajo como “la ampliación, razonada y concreta de nuestra proposición elevada a la anterior Gran Asamblea Nacional”
. Nos inclinamos a pensar que la autoría de tal proposición precedente correspondió al mismo Civera, por razones de concepto y estilo. En ella se establecía la dependencia de la redención espiritual respecto de la económica, y se postulaba la consecución de ambas como el deber de la masonería, proponiendo como medio para llevar a cabo dicha tarea “la propaganda por la emancipación integral del hombre” y el fomento de la instrucción, en particular “la enseñanza laica”
. La plancha que ahora remitía Civera a Estruch, más extensa, y más concreta en lo que se refiere a la definición de objetivos, corrió peor suerte y no llegó a debatirse la Asamblea Nacional
.
En el documento redactado en 1928 Marín Civera propone la intervención de la masonería en la vida profana con el objetivo de instaurar una democracia, tarea que presenta como de realización de los principios masónicos. La necesidad de este intervencionsimo se justifica ante la vigencia de la Dictadura, pero también ante la perspectiva de su caída, a fin de que la transformación social se haga de modo ordenado.
“Cuando hay, como en la actualidad, tantos obstáculos a derribar, que se oponen al libre desenvolvimiento de la humanidad, [la Orden] debe salir de su acción contemplativa; nunca permanecer inactiva. Los tiempos así lo reclaman.”
“El pueblo se cansa ya de esperar y es muy posible que rebase sus cauces normales para conducirnos, a la fuerza, por derroteros que luego reprobaríamos, pero que los justificaría nuestra inercia.
Que sea la Francmasonería el freno de los dos extremismos.
Que salga del campo de la acción y plasme – con el desinterés, nobleza y altruismo que la caracteriza – los bellos postulados que le sirven de norma. Postulados que, como veremos más adelante, encajan perfectamente en una Democracia pura.”
Civera define la política como “filosofía aplicada”, disciplina encargada de hacer progresar a la humanidad en la medida de las posibilidades ofrecidas por la realidad.
“El político (...) es el que sabe evitar las revoluciones por la evolución constante.”
“La Francmasonería, puesto que ostenta un ideal fundamentalmente humano, ha de tratar de realizarlo de la manera más conveniente, pudiendo, por esto, decirse que es por esencia política, en el más elevado sentido de la palabra.”
Existe aquí analogía con uno de los principios del sindicalismo, la necesidad de acometer la transformación social conforme a un plan preciso; de hecho Orto nació con esta vocación, la de establecer con claridad la forma de construir la nueva sociedad a partir del estudio de la vigente. Civera revela una vez más la íntima relación entre su concepción de la masonería y su actividad dentro del movimiento libertario al trasvasar un cometido similar a la Orden, que, según sus palabras, para hallar la fórmula de la emancipación, “una solución certera”, se encargaría de analizar “los fenómenos humanos”; lo que le lleva a afirmar: “La Francmasonería es la sociología”.
Marín Civera, para mayor claridad, incluye en el trabajo “una síntesis de lo que se ha dicho en materia sociológica”, cuya argumentación ética ya se ha comentado. Del repaso que hace a la evolución histórica de las sociedades surge la propopuesta de un objetivo inmediato: la democracia. A desarrollar las característica de este sistema dedica un esquema de puntos mínimos, de entre los que destacan, por definir esta democracia como burguesa:
“NORMAS FORMALES
República democrática
Libertad absoluta de pensamiento, manifestación y reunión
PROCEDIMIENTO
Sufragio universal
Organismos técnicos elegidos”
El último aspecto se encuentra relacionado con una organización racional de la economía, y conlleva cierto intervencionismo, pero eso es todo. Dentro de estos puntos mínimos Civera se limita a plantear ciertas garantías laborales, entre ellas “sindicación profesional” y “retribución justa del trabajo”.
No obstante encontramos desarrollado a parte, como no podía ser menos, en calidad de ampliación a esta “base programática”, lo que puede considerarse un planteamiento acorde con una organización de la economía de tipo socialista (sensu lato):
“El trabajo es la fuente de toda riqueza (...). Abolición de todo privilegio económico que no se funde en el esfuerzo y en la capacidad”.
“Organización científica del trabajo y racionalización del mismo”.
“Tendencia a la abolición del hombre como concepto de HOMBRE-MERCANCÍA”.
Lo que plantea Marín Civera como objetivo inmediato de la masonería es la instauración de una democracia de tipo burgués, aunque correctora de las desigualdades económicas, en tanto respetuosa con los derechos laborales. Pero, y de ahí la ampliación a los mínimos, reconoce que dicho régimen constituye un estadio que será superado en el futuro por otros de tipos socialista, que identifica con la “Democracia pura”.
“Ahora bien: del punto medio democrático parten nuevas direcciones de avance, unas en vías de realización y otras en teoría pura, pero casi todas de carácter antiindividualista”.
Civera se limita a enumerar brevemente estas organizaciones alternativas, sin pronunciarse por ninguna, “dejando aparte la razón o sinrazón de todas las teorías expuestas”: anarquismo, socialismo de Estado, sindicalismo revolucionario, el “sindicalismo integral” de León Duguit y la “sociocracia” de Fourniere. No obstante el principio que actúa como motor en su exposición del devenir social, encabezada por el título “De la autocracia a la anacracia”, es la desaparición progresiva del dominio de la autoridad sobre los hombres. Lo cual, unido a las apuntadas aspiraciones en materia económica, permite identificar la organización social futura, como no podía ser menos, de nuevo, como sindicalista libertaria.
El medio propugnado por Civera para lograr la instauración de la democracia, y su posterior superación, descansa en la creación de un partido político de inspiración masónica, encargado de difundir los principios de la masonería entre el pueblo.
“[La masonería] no debe, en efecto, orientarse hacia partido político alguno; mas no puede rehuir a la formación de una articulación política paralela a su Orden y que plasme en lo real (...) sus sublimes postulados”.
“La Francmasonería no debe, no puede ver con indiferencia la opresión y las amputaciones sociales. La Francmasonería debe, precisamente en estos momentos de vacilación política, de oscilación entre dos extremismos, salir al paso y velar por los derechos de la Democracia pura (...).
Es preciso, pues, salir de esta confusión doctrinal y sacar de la actualidad una doctrina coherente, clara, que, encerrada en lo relativo, sea el punto de partida de nuevas realizaciones. (...)
(...) Este partido que propugnamos, y que podría formarse paralelamente y al margen de la organización masónica, vendría a ser el brazo ejecutor, coherente y ordenado, de sus postulados.
Para lo cual sería necesario que hiciese una declaración, al igual que la de los derechos del Hombre, para que el pueblo tenga siempre a la vista sus derechos naturales y compare los hechos de sus gobernantes y nunca se deje oprimir por la tiranía; (...); para que sepa que el fin de la sociedad es la dicha común e instituya un gobierno que garantice al hombre el goce de sus derechos; (...); para que no pueda haber desigualdades ante la ley y para que ésta sea la libre y solemne expresión de su voluntad; (...); para que pueda reunirse sin trabas y mantener libre su conciencia; (...); y para que, finalmente, el hombre, asentándose en la base de la Democracia, pueda exclamar con orgullo que está en camino de su verdadera salvación y que va a empezar su verdadera historia.
Con estas líneas programáticas, que son, indudablemente, el punto de coincidencia de todos los partidos, lanzarse a la conquista de prosélitos en el mundo profano e ir detallando y estructurando otro programa definitivo, (...) para el cual se puede tomar, si se quiere, la seriación democrática [el análisis de las características de la Democracia pura] expresada en el curso de este trabajo”.
En la anterior exposición podemos identificar los fundamentos ideológicos del posibilismo libertario en el pensamiento de Marín Civera. Civera se mostró partidario de la instauración de una democracia burguesa, definida por el respeto a las libertades civiles y los derechos laborales, desde el convencimiento de que constituía una etapa de necesaria transición hacia formas de organización social más equitativas. Una visión esta última deudora de la interpretación teleológica de la historia como continuo avance hacia formas de organización social cada vez más perfectas, común a todo el ámbito de la izquierda y a la propia masonería
.
5. CONCLUSIÓN
Junto a las actuaciones de tipo educativo, la actividad de la masonería dentro de la vida profana se centró en la defensa de la democracia, las libertades y los derechos civiles
. Al aceptar la actuación en este espacio desde la convicción de que era imprescindible lograr tales objetivos dentro del sistema capitalista burgués, Marín Civera constituye un caso redondo de compatibilidad entre anarquismo y masonería.
A la luz de este caso cabe plantear si la pertenencia masónica de libertarios es suscpetible de ser considerada un indicio de posibilismo. En principio, la respuesta no puede ser concluyente, debiendo someterse a análisis cada situación particular.
De acuerdo con la hipótesis de partida, avalada por el propio ejemplo de Marín Civera, la compatibilidad entre anarquismo y masonería se explica de modo suficiente por una afinidad esencial, basada en principios comunes: el humanismo y el objetivo de lograr la transformación moral de la sociedad a través de la pedagogía. Y las iniciativas garantistas de la Orden, tales como las reivindicaciones de libertad de prensa y asociación, las peticiones de indulto o las de amnistía en favor de los presos sociales, y la misma conspiración contra la Dictadura, contaron por lo normal con la adhesión del movimiento libertario.
Sí se puede afirmar, no obstante, que el ingreso en la masonería suponía aceptar la colaboración en pro de la emancipación social con una institución integrada de modo mayoritario por la burguesía, y en particular por políticos de signo liberal o republicano, lo cual situaba a los libertarios, al menos, en predisposición para aceptar el posibilismo. A ello apuntan, por ejemplo, las ambiguas relaciones de Quintanilla hacia Melquiades Álvarez y los reformistas gijoneses en 1917
, o, más claramente, el apoyo prestado por Pedro Vallina a la “candidatura republicana revolucionaria federalista andaluza”, en las elecciones a Cortes Constituyentes de 1931, y sus simpatías hacia el proyecto político de quien la animó, el andalucista Blas Infante
.
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