El Reformismo avanza

El Reformismo avanza

Article d’en Acratosaurio Rex al portal contrainformatiu “Alasbarricadas
El reformismo avanza. Los revolucionarios no saben hacer otra cosa que quejarse de la perfidia reformista. La queja es clara: dicen que los reformistas se juntan con más reformistas, elaboran planes reformistas, y luego los llevan a cabo (colmo de la maldad según parece).

El sindicalismo subvencionado y la crisis del movimiento obrero

1979-1989 
El proceso escisionista

El sindicalismo subvencionado y la crisis del movimiento obrero

Los Pactos de la Moncloa se habían firmado el 25 de octubre de 1977 contando al poco tiempo con la aprobación de todas las centrales sindicales menos con la de una CNT que comenzaba a sufrir una grave crisis interna. Como consecuencia de este nuevo pacto social, a principios de 1978 se celebraron las primeras elecciones sindicales a comités de empresa, con una gran abstención, en gran parte gracias al boicot de la CNT. No hay que olvidar que por entonces la Confederación era el tercer sindicato de implantación nacional, con una afiliación que oscilaba entre los 250.000 y los 300.000 afiliados. Pero la persecución sufrida a raiz de los sucesos del Caso Scala pondría punto y final al crecimiento de la anarcosindical, comenzado además su declive. A finales del mismo año la constitución fue aprobada, consolidándose así el regimen de monarquía parlamentaria herededa del franquismo.

¿Asambleismo pequeño burgués, o Acuerdos por Consenso?

Como parece que se abandono el Asambleismo, para optar por los mecanismos de la Burocracia Sindical, aka Vandorismo; seria interesante que se sepa de qué se habla.

videos contra los reformistas


Y LOS REFORMISTAS LES LLAMAN

saboteadores madrileños 

 

Ⓐ Cadiz Sov CNT AIT ¡Muerte al estado y viva la Anarquía! Ⓐ

 

Andrés Nin Combatir al reformismo es combatir a la burguesía

Combatir al reformismo es combatir a la burguesía

Otra analogía es la lucha que nosotros, al igual que los bolcheviques rusos, tenemos que desarrollar contra el reformismo. En ciertos sectores primarios del movimiento obrero florece el mito sentimental y abstracto de la unidad. ¿Por qué - se preguntan ingenuamente - nos combatimos entre nosotros? También lo preguntan nuestros reformistas, que olvidan que el leninismo se forjó precisamente en lucha a muerte contra el reformismo. Es fácil combatir de frente a la burguesía. Pero la burguesía se infiltra en el movimiento obrero para atacarlo por la espalda. Al combatir el reformismo, no hacemos otra cosa que combatir a la burguesía.
Esta lucha contra el reformismo es necesaria, inevitable.
La unidad, a cambio de renunciar a la lucha contra el reformismo, sería una unidad regresiva.
El enemigo, tanto en Rusia como en España, es el reformismo, pero los reformistas rusos de 1917 eran más revolucionarios que nuestros reformistas. Nunca se llegó a una defensa tan desvergonzada de los intereses de la burguesía  como la que realizan el PSUC y el Partido Comunista. Hoy tenemos que luchar contra un reformismo más potente que el de los mencheviques y el de los socialistas revolucionarios. Porque en una situación eminentemente revolucionaria nuestros reformistas se encuentran apoyados por el Estado que en 1917 venció a los reformistas rusos.

La AIT federalista fue asesinada por los colaboracionistas con el reformismo

La AIT federalista fue asesinada por los colaboracionistas con el reformismo

La “primera” Asociación Internacional de Trabajadores fue fundada en 1864 a través de la iniciativa de los propios trabajadores pero también con alguna participación de “políticos”. Organizativamente, fue construida como una asociación de sindicatos obreros. Según sus estatutos no había centralismo. Los trabajadores de la misma profesión o área formaban una sección, todas las secciones de un país formaban una federación, y cada federación nacional enviaba delegados al Consejo General. Este Consejo era un órgano puramente coordinador, no podía emitir decretos, instrucciones, etc. Estaba para analizar conflictos y malentendidos entre las secciones. Todas las secciones y federaciones mantenían su autonomía. El órgano supremo de la AIT era el congreso anual de delegados de las secciones y federaciones, y solamente éste podía discutir todas las materias relativas a la asociación y al movimiento obrero internacional, podía elegir el Consejo, alterar o modificar la carta, etc.

La AIT estaba dividida entre los partidarios de la primacía de la acción política para lograr el poder político (partidarios de Marx, los sucesivos socialdemócratas, blanquistas, etc.) y sus oponentes (incluyendo a los anarquistas). Las contradicciones entre ellos fueron incrementándose y eventualmente terminaron en abierto conflicto. A principios de los años 1870, los partidarios de Marx intentaron capturar la Internacional. Teniendo el Consejo General bajo su control, convocaron una conferencia de la AIT en Londres y manipularon la representación de las secciones. La mayoría construida renunció a las normas federalistas anteriores y adoptó los cambios organizativos centralistas con poder decisivo para el Consejo General. Simultáneamente, se tomó la resolución de que eran necesarias la lucha política por el poder y la fundación de partidos políticos.

La escisión de la “primera”AIT

Estas decisiones fueron rechazadas por la mayoría de las secciones suizas, españolas, italianas, belgas y francesas. La Federación del Jura adoptó una constitución anti-autoritaria y retó la decisión sobre las nuevas prerrogativas del Consejo General como “jerárquicas y autoritarias”. Las secciones suizas, italianas y españolas insistieron en celebrar el siguiente congreso en Suiza, donde era más fácil asistir a la mayoría de los delegados. Pero Marx y sus partidarios del Consejo General insistieron en la organización del congreso en La Haya en 1872. Las secciones italianas protestaron y convocaron un congreso global anti-autoritario en Neuchatel. Pero Marx hizo todo lo posible para asegurar una composición provechosa del Congreso. Así que intentó ponerse de acuerdo con los blanquistas, prometiéndoles puestos en el Consejo General. Los blanquistas representaban a la mayoría de los refugiados franceses organizados miembros de la AIT. El ala anti-autoritaria de las secciones francesas fue derrotada junto con la Comuna de París, en la que jugó un papel crucial. Además, Marx invitó al Congreso a todos sus amigos a título de mandatados por las secciones leales. La mayoría manipulada y artificial de La Haya confirmó las decisiones de Londres y declaró a Bakunin expulsado de la Internacional.

Las decisiones del Congreso de La Haya provocaron un ultraje, no solamente entre las secciones y partidarios de Bakunin en Suiza, sino también entre las secciones francesas, italianas, belgas y españolas. La Federación del Jura se convirtió en el centro del descontento y, en torno a ésta se formó una ideología libertaria, llamaron a un sistema socioeconómico de administración liberado de cualquier autoridad, centralización y estado.

Congreso de Saint Imier y la fundación de la AIT federalista

La Federación del Jura organizó un Congreso extraordinario de la AIT en St. Imier en septiembre de 1872. Asistieron los delegados de las federaciones italiana y española, de algunas francesas y dos americanas. El Congreso reconoció las actividades del Congreso de La Haya como ilegales y acusó al Consejo General de abuso de autoridad. Se firmó el Tratado de Amistad y Solidaridad entre federaciones y grupos anti-autoritarios. Dijo que la unidad debe basarse, no en una organización artificial, con autoridades centrales, sino en la identidad de los intereses de los proletarios de los diferentes países y en la unión voluntaria de federaciones. Las federaciones participantes prometieron ayudarse entre sí sin vínculos directos con autoridad central alguna, y apoyarse entre sí en la lucha contra cualesquiera invasiones a los derechos de cada uno. El Congreso rechazó la lucha por el poder político porque “cualquier organización política no puede sino ser una organización de poder a favor de una clase particular y en detrimento de las masas del proletariado y, por lo tanto, el proletariado, si quiere tomar el poder político, inevitablemente se habrá convertido en una clase dominante y explotadora”. El Congreso declaró que la meta de la Internacional era “la destrucción de todo poder político a través de una huelga general” porque la “destrucción de todo poder político es la primera obligación del proletariado”, y cualquier gobierno “revolucionario” es no menos peligroso para éste que el gobierno titular.

En otoño de 1872, en España, Bélgica y Gran Bretaña, se celebraron las conferencias de las secciones. La mayoría de los delegados también hablaron contra las manipulaciones del Consejo General y a favor de una alianza con la Federación del Jura. En respuesta, el Consejo General decidió el 30 de mayo de 1873, excluir a todas las federaciones, secciones e individuos que rechazaran la decisión de La Haya, esto es, en primer lugar, a los miembros de St. Imier así como a las federaciones belga y holandesa.

Hubo una escisión de la AIT en dos organizaciones diferentes. La organización centralista, que estaba a favor de Marx, consistía al principio sobre todo en secciones alemanas, austriacas, danesas, holandesas, parte de las americanas y una minoría de británicas. La Internacional de Marx se exilió a los EEUU y después dejó de existir. Los partidos nacionales socialdemócratas emergieron pronto en su lugar.

El desarrollo de la AIT federalista

No obstante, la AIT federalista floreció inicialmente. Incluía las secciones suizas, belgas, españolas, italianas, algunas americanas, británicas y holandesas.

En septiembre de 1873, el 6º Congreso de la AIT fue convocado en Ginebra, a iniciativa de la Federación del Jura. Asistieron delegados de 7 federaciones nacionales (Inglaterra, Bélgica, Holanda, Suiza, España, Italia y Francia) y el Congreso revisó los estatutos de la Internacional, anunció la autonomía total de las secciones, eliminó el Consejo General como órgano y lo sustituyó por un Buró sin ningún tipo de poder ejecutivo y solamente con funciones de coordinación técnica. La función del Buró fue transferida a una de las federaciones. El Congreso pronunció a favor de una huelga general, que “no es otra cosa sino la revolución social” y urgió a los trabajadores a unirse en sindicatos internacionales, capaces de organizar una huelga en su profesión.

El 7º Congreso de la AIT tuvo lugar en septiembre de 1874 en Bruselas. En aquel tiempo, la federación italiana, siguiendo las recomendaciones de Bakunin, comenzó a organizar revueltas populares. En contraste, los belgas bajo Cesar de Paepe comenzaron a evolucionar gradualmente hacia un acercamiento a la socialdemocracia, lo que subsiguientemente condujo al colapso de la AIT.

Los delegados al Congreso de Bruselas fueron enviados por las secciones españolas, suizas, belgas, italianas y algunas alemanas y francesas. El más importante de los temas que se discutieron fue la cuestión sobre la “organización de los servicios públicos en la sociedad futura”. Se presentaron dos proyectos diferentes: por parte de la federación belga (De Paepe) y de la sección de Ginebra. Ambas proposiciones eran idénticas en las ideas básicas: el centro de la vida social en la sociedad futura debería ser una comuna libre en vez de un estado centralizado. De Paepe, sin embargo, ofrecía preservar la unidad del estado como órgano a cargo de los trabajos colectivos de significación mayor y general, aunque la mayoría de las decisiones debería tomarse desde la base, de forma descentralizada.

El Congreso llamó a la eliminación del estado, pero la resolución fue controvertida: cada federación o partido de cada país puede decidir qué acción política puede ser necesaria o útil a la revolución social. Era un compromiso obvio con la federación belga que se hizo más reformista. En contraste, la federación italiana estaba a favor de la acción directa. El siguiente Congreso de 1875 en Barcelona no tuvo lugar debido a la represión en España.

La AIT federalista se desarrolló de forma desigual. La sección española floreció, pero los intentos de extender la Internacional a otros países fracasaron. La escalada de represión forzó a buscar nuevas vías tácticas. Las diferencias entre los anarquistas y los colectivistas belgas se intensificaron. Los sindicalistas británicos y algunas otras secciones se separaron de la AIT.

El 8º Congreso de la Internacional tuvo lugar en Berna en octubre de 1876. Asistieron los delegados de Bélgica, España, Holanda, Italia y Suiza, los franceses indirectamente involucrados. Las reuniones fueron acompañadas por las diferencias entre los partidarios de la acción de masas y la “propaganda por la acción”. De Paepe dijo que la AIT ya no existía. Propuso organizar un congreso mundial para la unificación socialista de todas las antiguas secciones de la AIT, independientemente de sus programas, tácticas y posiciones. Esta propuesta, desafortunadamente, fue aceptada.

El deseo de un acuerdo con los reformistas mató a la AIT

El 9º Congreso de la AIT en Verviers en 1877 reunió a once delegaciones de Bélgica, Francia, Italia, Rusia, Suiza e indirectamente de Grecia, Egipto y Uruguay. Se adoptaron algunas resoluciones sobre la socialización de la propiedad, la eliminación del trabajo asalariado y un pacto de solidaridad. Los representantes de la federación de Italia, Francia, Alemania, Suiza, Egipto y Grecia solo pudieron estar de acuerdo en condenar la tendencia a concordar con los partidarios de los partidos políticos porque “todos los partidos forman una masa reaccionaria; es necesario combatirlos a todos”. Por tanto, no pudo haber acuerdo con los 35 delegados de los marxistas y socialistas autoritarios que se reunieron a los pocos días en Gante en un “Congreso Socialista Mundial”. Los delegados del Congreso de Verviers asistieron pero estaban en minoría. La mayoría de los asistentes eran socialistas, estatistas y forzaron una resolución sobre la lucha política y la formación de partidos políticos del proletariado. La federación belga y la holandesa abandonaron la AIT y se unieron a la Socialdemocracia. De ahí en adelante, el camino de los socialistas autoritarios (socialdemócratas) y el de los anarquistas, se separaron para siempre.

Todos los nuevos intentos de revivir a la AIT fracasaron hasta 1922. Algunos fueron arruinados por el  enfoque de los anarquistas en la “propaganda por la acción”, una forma de insurrección de una minoría que aislaba a los anarquistas de las masas trabajadoras (Congreso de Londres, 1881). Otros conatos fracasaron debido a los nuevos intentos de reconciliarse con los reformistas. En 1896 los anarquistas fueron expulsados del Congreso de la 2ª Internacional. Solamente una crisis clara y visible del reformismo de la socialdemocracia, y el nacimiento de nuevo movimiento obrero de sindicalismo revolucionario basado en la acción directa extra-parlamentaria, podía revivir la idea de la asociación internacional de los trabajadores anti-autoritarios. En 1907, se celebró el Congreso Internacional Anarquista, y en 1913, la Conferencia Internacional de Sindicalistas Revolucionarios. La continuación de este proceso fue interrumpida por la guerra, pero después volvió a retomarse. Durante un tiempo parecía que los bolcheviques rusos rompían con el estatismo de la socialdemocracia, y la perspectiva de una reunificación imaginaria de anarquistas, sindicalistas y marxistas revolucionarios brillaba en el horizonte. Una serie de anarquistas y sindicalistas incluso se unieron al Comitern, y después discutieron la posibilidad de unirse a la Internacional Sindical Roja. Pero muy rápidamente quedó claro que los bolcheviques eran tan estatistas como los socialdemócratas, si no peores, que oprimían los movimientos independientes de trabajadores y campesinos y buscaban subyugar las organizaciones obreras de todo el mundo a sus partidos. Después de esto, la ruptura con ellos era inevitable. En diciembre de 1922, el Congreso de Sindicatos Obreros Anarco-Sindicalistas de Berlín decidió recrear la Primera Internacional, la actual AIT. Desde entonces existe de nuevo y ha pasado por juicios muy severos.

Vadim Damier

BIOGRAFÍA Y MOVIMIENTO OBRERO. ENFOQUE BIOGRÁFICO E INVESTIGACIÓN DEL POSIBILISMO LIBERTARIO Jesús RUIZ PÉREZ

BIOGRAFÍA Y MOVIMIENTO OBRERO.
ENFOQUE BIOGRÁFICO E INVESTIGACIÓN DEL POSIBILISMO LIBERTARIO
  Jesús RUIZ PÉREZ

Jesús RUIZ PÉREZ, “Biografía y movimiento obrero. Enfoque biográfico e investigación del posibilismo libertario”, en José Luis CASAS SÁNCHEZ y Francisco DURÁN ALCALÁ (Coord.), II Congreso sobre el republicanismo en la Historia de España. "Historia y biografía", Priego de Córdoba, Patronato "Niceto Alcalá-Zamora y Torres", 2003, pp. 683-692 Actas del II Congreso sobre el Republicanismo en la Historia de España: “Historia y biografía”, Priego de Córdoba, 6 a 8 de noviembre de 2002
ISBN 84-932805-1-8

La presente comunicación pretende mostrar aquellos factores que convierten la utilización de la biografía histórica, por una parte, en un medio lícito para estudiar el movimiento obrero, y, por otra, en el más adecuado para abordar algunos temas específicos dentro de éste, y en particular el posibilismo libertario. Dicha argumentación tomará como punto de partida nuestra experiencia en la investigación del posibilismo libertario en un pequeño pueblo de La Rioja, Nájera.
Con el concepto de posibilismo libertario, utilizado a lo largo de la siguiente exposición, hemos designado la postura de aquellos anarquistas que, sin renunciar a sus fines revolucionarios, decidieron apoyar a la Segunda República e integrarse en el sistema democrático, actitud que en algunos casos se plasmó en la participación en el poder político. La mayor parte de los anarcosindicalistas de Nájera optaron, desde los inicios del nuevo régimen, por el posibilismo, dándose un fenómeno de doble militancia, sindical y republicana, y produciéndose la entrada de uno de los dirigentes del Sindicato Único en el Ayuntamiento. Con el objetivo de analizar cualitativamente esta corriente posibilista y determinar en qué circunstancias, desde qué presupuestos teóricos, con qué objetivos, y de qué modo intervinieron los libertarios en la vida política local durante la Segunda República se escogió como método la biografía del dirigente del movimiento que ejerció el poder municipal, Félix Morga[1].
Félix Morga Rocandio contaba con una larga experiencia como líder anarcosindicalista en el momento de proclamarse la República, bajo la cuál, sin dejar de mantener su carácter de comunista libertario, pasó a militar en el Partido Radical Socialista, primero, y en Izquierda Republicana, después, llegando a ocupar los cargos de Alcalde de Nájera y, más tarde, de diputado provincial. Al mismo tiempo siguió ejerciendo el papel de dirigente obrero al frente del Sindicato Único que, tras su expulsión de la CNT, quedó convertido en Sindicato Autónomo, independiente tanto de esta central como de la UGT.
La primera cuestión que se debe afrontar al escoger la biografía como método para estudiar, como en este caso, un sujeto colectivo es establecer los términos de la relación entre el biografiado y el movimiento obrero del que éste formó parte, enunciado particular de un problema más general, la relación entre individuo y sociedad. Esta conexión ha adquirido carácter central en la práctica historiográfica reciente, a través de la biografía contextualizada, es decir, aquella que analiza la trayectoria vital de un individuo como el resultado de la influencia mutua entre éste y la sociedad de su época. Un planteamiento que constituye uno de los factores de la actual revalorización de la biografía como medio para abordar la comprensión de fenómenos y problemas históricos de tipo general o colectivo[2].
Entre las obras pioneras en estudiar, desde un punto de vista dinámico, la trama de relaciones del sujeto con su contexto histórico, derivadas de o implícitas en las actividades políticas, debemos citar dos biografías a las que se puede conferir carácter ejemplar y que adoptamos explícitamente en nuestra investigación como modelo metodológico[3]: la ya clásica William Morris, de E. P. Thompson, y El emperador del Paralelo, de J. Álvarez Junco[4].
Desde los planteamientos de la biografía contextualizada, al abordar el estudio del individuo también se accede a la red de relaciones en la que éste se inserta y al contexto histórico con el que interactúa. En palabras de Isabel Burdiel, quien recientemente ha realizado una completa reflexión acerca de esta cuestión:

Cada individuo es inducido, desde su nacimiento, a una conversación múltiple que abarca diversos espacios y diversos interlocutores a menudo contradictorios entre sí. Es esa conversación, o conversaciones, con el entorno la que permite a cada individuo concreto considerarse como tal, pensarse, definirse, orientarse en el mundo y actuar. Es también la que le permite hablar e intervenir[5].

De este modo, volviendo a nuestra investigación sobre el posibilismo, el haber trazado la biografía de Félix Morga no significa reconstruir una postura individual, más o menos peculiar o excepcional, sino acceder a su través a toda una corriente política. Porque Félix Morga desempeñaba en el seno de la sociedad (y de la historia), siguiendo el símil de la conversación, un diálogo complejo, a través de las funciones que ejerció como líder, ideólogo y gobernante municipal.
En lo que se refiere a las relaciones que más nos interesan, las que le unen al colectivo específico de sus seguidores de carácter posibilista libertario, y también al más amplio formado por el sector republicano de izquierda, Félix Morga estableció relaciones mutuas a través de las tres facetas mencionadas.
En primer lugar, como representante de un grupo político del que formó parte, y el cual le eligió como dirigente y portavoz, ya en los cargos de la jerarquía del partido republicano en el que militó, el radical-socialista, y de los sindicatos Único y Autónomo, de carácter libertario, ya en calidad de delegado a asambleas y organismos regionales, ya en el ejercicio de un cargo público, primero el de concejal y luego el de Alcalde.
En segundo lugar, como ideólogo, transmisor de un pensamiento político adquirido durante su formación intelectual, en diálogo con fuentes a veces muy remotas, en ocasiones reelaborado, y siempre asimilado, que se encargó de propagar, bajo la forma de un discurso particular, en reuniones, hojas sueltas, manifiestos, mítines, colaboraciones periodísticas, fundamentalmente en el semanario Izquierda Republicana, y plenos del Ayuntamiento, que constituían verdaderas audiencias públicas.
Y en tercer lugar, como agente, desde el momento en que influyó en el curso de los acontecimientos, como gobernante municipal, por una parte, y por otra como líder, organizador y participante de movimientos sindicales y políticos y de sus actividades, desde fiestas de reafirmación a protestas y  huelgas.
Gracias a las facetas referidas, Félix Morga cobra una dimensión colectiva, a través de la cual podemos llegar hasta aquellos que le apoyaron o le siguieron, que constituyeron su base social, y que junto a él también fueron agentes y partícipes de la historia, sus interlocutores inmediatos. Por una parte, el estudio de la gestión llevada a cabo por Morga en el Ayuntamiento, en cuestiones como el suministro de empleo, las relaciones con la Iglesia, el mantenimiento del orden público, la actitud hacia los órganos de gobierno superiores, los actos simbólicos y el comportamiento ante movimientos insurreccionales y golpistas, permiten establecer el modo en que este representante libertario ejerció el poder local, y los objetivos perseguidos con su actuación. Y, por otro lado, el análisis de su pensamiento permite, en combinación con el aspecto anterior, establecer los fundamentos ideológicos en los que se basó el apoyo al régimen democrático y la participación política de los anarcosindicalistas.
Además de con el movimiento libertario, y parte del republicano, a escala local y regional, la actividad política de Félix Morga también implica relaciones con distintas instancias: con otras fuerzas políticas y sindicales, con otros grupos sociales, con los diversos referentes culturales de la sociedad de su época y con los sistemas e instituciones de poder. Relaciones múltiples, a diferente escala (local, provincial y nacional), que se resolvieron en colaboración, resistencia u oposición, y que  estuvieron sujetas a evolución a lo largo del tiempo. De este modo, en la biografía de Morga se encuentran incorporados los condicionantes en los que el movimiento posibilista libertario surgió y se desarrolló.
La primera parte de la labor que nos proponíamos ya ha quedado expuesta, esto es, la adecuación del método a la materia de estudio. Pero existen algunos factores que, además, hacen de la biografía el medio más apropiado para investigar el posibilismo libertario en particular y, en general, el movimiento obrero.
La primera de ellas es la escasez documental. Para el periodo de la Segunda República, y en mayor medida para el primer tercio de siglo XX, en La Rioja contamos con unas fuentes documentales limitadas en lo que se refiere al movimiento obrero. Además, fundamentalmente se trata de fuentes mediatizadas, ya se trate de los organismos oficiales, que pretenden controlar a dicho movimiento, aunque más a menudo reprimirlos, ya de la prensa, politizada y de signo burgués. De este modo, existen omisiones y silencios, a veces impuestos y otras debidos a la misma persecución de las organizaciones obreras, que las relegaba a la clandestinidad, y las fuentes presentan además a éstas bajo una visión sesgada, al hacer hincapié en los episodios de conflicto, que son los que cuentan con trascendencia periodística y policial.  A todo lo cuál hay que sumar los persistentes efectos del proceso de damnatio memoriae desencadenado tras el triunfo de la rebelión militar en la región, que tuvo como consecuencia la destrucción de gran parte de la documentación de los sindicatos de clase y el exterminio de muchos de sus miembros. Por ello la historia del movimiento obrero riojano constituye una parte de nuestra historia deliberadamente relegada y perseguida en su tiempo, una mutilación que hemos heredado. Una de las formas de subsanar esta dificultad es la ofrecida por el enfoque biográfico, que permite integrar, en la reconstrucción de trayectorias vitales y redes de relaciones sociales, las fuentes, múltiples y de distinta naturaleza, en las que los individuos dejaron una huella de su actividad[6] A lo que hay que añadir que aporta criterios para depurar la información mediatizada de la que dependemos. En palabras de los historiadores italianos Ginzburg y Poni:

(...) Si el ámbito de investigación está suficientemente circunscrito, cada serie de documentos puede superponerse en el tiempo y en el espacio de manera tal que nos permita encontrar al mismo individuo o grupo de individuos en contextos sociales diferentes. El hilo de Ariadna que guía al investigador en el laberinto de los archivos es el que distingue a un individuo de otro en todas las sociedades que conocemos: el nombre[7].

Estas consideraciones pueden extenderse, en general, para la historia del movimiento obrero español, al que también atañe, en muchas zonas e intervalos temporales, el problema de la escasez documental. En el caso del anarcosindicalismo, casi todas las investigaciones se centran en los periodos de actividad legal, en tanto que los de persecución o mayor intolerancia, en los que se restringe la documentación disponible, tienden a presentarse como retrocesos del movimiento[8]. Ante esta situación, la biografía constituye un elemento integrador, que, a través del vínculo personal, relaciona unos acontecimientos con otros, con frecuencia presentados como episodios aislados, hasta darles coherencia, y añade datos nuevos, antes desapercibidos o no tenidos en cuenta. Por ejemplo, en el tema concreto de la clandestinidad, el más difícil de abordar por su misma naturaleza, la biografía de Félix Morga revela que en La Rioja los anarcosindicalistas colaboraron con los republicanos en conspiraciones contra la Dictadura de Primo de Rivera casi desde la instauración de ésta, circunstancia hasta entonces ignorada por la historiografía; y de este modo, pone de manifiesto, al mismo tiempo, el hecho de que los sindicatos de la CNT contaron con cierta estructura organizativa en la región durante este periodo, circunstancia que contribuye a explicar el poderoso resurgimiento de los Sindicatos Únicos una vez proclamada la Segunda República[9].
En segundo lugar, respecto a las ventajas de la utilización del enfoque biográfico para abordar el estudio del movimiento obrero, trazar la biografía de sus líderes permite reconstruir las experiencias en las que éstos se formaron, intelectuales, laborales y vitales en general, así como los rasgos que fundamentaron su liderazgo y la articulación de su función dirigente con las otras facetas de su actividad pública y privada[10]. Esta constituye quizás la principal aportación de la biografía, al recuperar la militancia obrera como modo de vida y como cultura antagonista frente al statu quo[11]. Precisamente en nuestra investigación sobre Félix Morga comprobamos cómo en Nájera los anarcosindicalistas mantenían un espacio propio, articulado en torno al sindicato, pero también la solidaridad con los presos, las fiestas de reafirmación o los entierros civiles, desde el que ejercían el cuestionamiento radical de la sociedad de su tiempo y ofrecían proyectos y alternativas para sustituirla, conformando una cultura política que presentaba elementos comunes y ámbitos de confluencia y cooperación con la republicana[12]. La existencia de esta cultura alternativa, opuesta a la hegemónica, constituyó un factor clave en el surgimiento del posibilismo libertario, en tanto el apoyo a la Segunda República y el ejercicio del poder local, contradictorios ideológicamente con la ortodoxia anarquista, resultaban coherentes con su tradición opositora e iban encaminados a preservar su espacio de intervención en la vida pública, fundamentalmente a través de la salvaguarda de las libertades democráticas.
Antes de acabar la comunicación, es preciso poner de relieve que la biografía y, en general, el enfoque microhistórico, pueden poner al descubierto aspectos históricos pasados anteriormente por alto en las investigaciones a mayor escala, contribuyendo de este modo a introducir nuevos temas de estudio o a replantear las interpretaciones vigentes[13]. Este es el caso del trabajo realizado acerca del posibilismo libertario en Nájera, una investigación a pequeña escala que contribuye a "extender nuestro concepto de lo posible"[14]. La intervención de libertarios en el ejercicio del poder antes de la Guerra Civil ha sido considerada en la historiografía acerca de la Segunda República y del anarquismo como un fenómeno marginal, casi anecdótico, y siempre limitado al ámbito de las Cortes[15]. Desde tales supuestos científicos, el que un cenetista pudiera presentarse a las elecciones municipales de su pueblo y ejercer de concejal resulta una contradictio in terminis, un caso insólito y difícil de explicar, y, por tanto, una hipótesis descartable (de hecho, el que escribe esto la descartó en un principio). Esta expresión del posibilismo libertario ha sido excluida del filtro al que sometemos los hechos históricos y por consiguiente escapa a él.
Del mismo modo, la aceptación de la República como marco político bajo el cuál desarrollar las actividades sindicales por una parte del movimiento libertario ha sido estudiada considerando solamente los Sindicatos de Oposición, escindidos de la CNT, cuya relevancia se restringe a Cataluña y el País Valenciano[16]. No obstante, no se había tenido en cuenta hasta ahora la existencia de Sindicatos Autónomos de signo libertario en otras regiones españolas, como el que se creó durante la Segunda República en Nájera, ni se había analizado el funcionamiento de éstos[17].
Demostrar que el posibilismo libertario, en los términos definidos al principio de esta exposición, que incluyen el ejercicio del poder local y la militancia en partidos políticos republicanos, tuvo lugar efectivamente en un caso, y analizar exhaustivamente el cómo y el por qué de su aparición, permitirá reconocerlo o admitirlo como hipótesis en otros lugares, sobre la base de datos antes desestimados o interpretados en otro sentido. La investigación realizada sobre el posibilismo libertario en Nájera, a través de una biografía, la del dirigente obrero Félix Morga, colabora así a restituir en el terreno de la historia a un sujeto político hasta ahora ignorado, incorporándolo al campo de lo posible.
Queda abierto el campo para nuevas investigaciones que ayuden a precisar el alcance y los términos de la diversidad de reacciones suscitadas en el seno de la CNT por la llegada de la Segunda República, en cuyo contexto surgió el posibilismo libertario[18]. Una tarea en la que deberá considerarse como una herramienta privilegiada, tanto por las limitaciones documentales existentes como por la ubicación del problema en el plano de la cultura política, la biografía contextualizada de los dirigentes anarcosindicalistas.

NOTAS  

[1] El trabajo de investigación, realizado como créditos prácticos dentro del programa de doctorado, dio como resultado el estudio Jesús RUIZ PÉREZ, Félix Morga y el posibilismo libertario en Nájera durante la Segunda República (239 pp.), defendido el pasado septiembre de 2002 en el Departamento de Humanidades de la Universidad de La Rioja, donde se encuentra en depósito [ya publicado: Jesús RUIZ, Posibilismo libertario. Félix Morga, Alcalde de Nájera (1891-1936), Nájera, Ilustre Ayuntamiento de Nájera y Universidad de La Rioja, 2003].
[2] Una reflexión reciente acerca de la necesidad de enfocar la biografía como interrelación entre individuo y sociedad, en Isabel BURDIEL, "La dama de blanco. Notas sobre la biografía histórica", en Isabel BURDIEL y Manuel PÉREZ LEDESMA (Coords.), Liberales, agitadores y conspiradores. Biografías heterodoxas del siglo XIX, Madrid, Espasa Calpe, 2000, pp. 17-47, donde además se repasa el debate suscitado en los últimos años respecto al "retorno de la biografía" y se cita bibliografía específica respecto al mismo. Para la defensa de las posibilidades de la biografía contextualizada como herramienta histórica, José ÁLVAREZ JUNCO, El Emperador del Paralelo. Lerroux y la demagogia populista, Madrid, Alianza Editorial, 1990, pp. 10-12 y 17-18, obra a la que, como reiteraremos más adelante, cabe atribuir carácter pionero y modélico en el panorama historiográfico español, y, también, Gracia GÓMEZ URDÁÑEZ, Salustiano de Olózaga. Élites políticas del liberalismo español, Logroño, Universidad de La Rioja, 2000, pp. 15-26, y Xosé Ramón VEIGA ALONSO, "Biografía y conocimiento histórico. El caso del Conde de Pallares", en Historia Contemporánea, Nº13-14 (1996),A vueltas con el sujeto, pp. 341-349. Así mismo, hay que tener en cuenta la contribución a esta perspectiva de la microhistoria (Isabel BURDIEL, "La dama...", p. 41), algunas de cuyas obras paradigmáticas toman como objeto de estudio individuos, como es el caso de Carlo GINZBURG, El queso y los gusanos, Barcelona, Muchnik, 1982, considerada como el principal exponente de esta corriente historiográfica (véase al respecto Justo SERNA y Anaclet PONS, Cómo se escribe la microhistoria. Ensayo sobre Carlo Ginzburg, Valencia, Cátedra, 2000). Dentro de la microhistoria, las relaciones entre individuo y sociedad se establecen desde la concepción de la libertad como capacidad de elección ejercida dentro de un marco de posibilidades limitado, condicionado fundamentalmente por la cultura; véanse Carlo GINZBURG, El queso..., p. 22, y Giovanni LEVI, "Sobre microhistoria", en Peter BURKE (Ed.), Formas de hacer Historia, Madrid, Alianza, 1993, pp. 119-143, aquí pp. 121, 134 y 138. Respecto a las relaciones mutuas entre los enfoques macrohistórico y microhistórico, véase también Natalie ZEMON DAVIS, "Las formas de la historia social", en Historia Social, Nº10 (primavera-verano de 1991), pp. 177-182, aquí p. 178. Aparte de las anteriores elaboraciones de carácter teórico, existen múltiples investigaciones que aplican como método la biografía contextualizada dentro del panorama historiográfico español, como los trabajos recogidos en Isabel BURDIEL y Manuel PÉREZ LEDESMA (Coords.), Biografías heterodoxas..., y los expuestos en el citado monográfico de Historia Contemporánea, Nº13-14, 1996, A vueltas con el sujeto. Algunos ejemplos significativos de la producción de biografías históricas en los años 90 por parte de contemporaneístas españoles, en Gracia GÓMEZ URDÁÑEZ, Salustiano..., p. 19.
[3] Coincidimos al respecto con Gracia GÓMEZ URDÁÑEZ, Salustiano..., p. 19 y, de la misma autora, "Salustiano de Olózaga. La necesidad de una biografía histórica", en Historia Contemporánea, nº13-14, 1996, A vueltas con el sujeto, pp. 239-250, aquí p. 241.
[4] Edward Palmer THOMPSON, William Morris. De romántico a revolucionario, Valencia, Edicions Alfons el Magànim, 1988; la primera edición en inglés se realizó en 1955. En su obra Thompson analizó la corriente socialista liderada por este diseñador, poeta y político inglés al final de su vida (entre1883 y 1896). La obra de José ÁLVAREZ JUNCO, El emperador..., está dedicada a estudiar el movimiento político dirigido por Alejandro Lerroux a principios del siglo XX en Barcelona, para caracterizarlo como de tipo populista.
[5] Isabel BURDIEL, "La dama...", p. 39.
[6] Carlo GINZBURG y Carlo PONI, "El nombre y el cómo", en Historia Social, Nº10 (primavera-verano de 1991), pp. 63-70, ponen de relieve este aspecto, asociado al método microhistórico que denominan "prosopografía desde abajo", propuesto en el artículo para la reconstrucción de la red de relaciones en que se inscriben los individuos de las "clases subalternas".
[7] Carlo GINZBURG y Carlo PONI, "El nombre...", p. 67.
[8] Clara E. LIDA, "Clandestinidad y cultura en el discurso anarquista", en Revista de Occidente, Nº129 (1992), pp. 112-119, aquí pp. 114-115.
[9] La existencia de estas conspiraciones, iniciadas en La Rioja al menos desde 1924, con frecuencia ramificaciones de complots a escala nacional, no es considerada en la monografía sobre este periodo en la región, Carlos NAVAJAS ZUBELDIA, Los cados y las comadrejas. La Dictadura de Primo de Rivera en La Rioja, Logroño, IER, 1994, faltando también la mayor parte de las mismas, con excepción de las dos últimas, de los años 1929 y 1930, en la por otra parte completísima monografía de Eduardo GONZÁLEZ CALLEJA, El maúser y el sufragio. Orden público, subversión y violencia política en la crisis de la Restauración (1917-1931), Madrid, CSIC, 1999. Así mismo, sólo se menciona la conspiración postrera contra la Dictadura, que culminó en la huelga general revolucionaria de 1930, en las obras que abordan el estudio del movimiento obrero riojano en el primer tercio del siglo XX, María José LACALZADA DE MATEO, La lucha entre dos modelos de sociedad. Aproximación al comportamiento obrero riojano (1875-1975), Logroño, Gobierno de La Rioja, 1987, y Carlos GIL ANDRÉS, Echarse a la calle. Amotinados, huelguistas y revolucionarios (La Rioja, 1890-1936), Zaragoza, PUZ, 2000.
[10] Julián CASANOVA, De la calle al frente. El anarcosindicalismo en España (1931-1939), Barcelona, Crítica, 1997, p. 251; debido a ello, este autor apunta, entre los caminos para continuar de forma enriquecedora la investigación del anarcosindicalismo en España, "hacer una clara apuesta por la biografía y la utilización de las autobiografías escritas por los propios militantes".
[11] Respecto a la consideración de estos elementos como componentes básicos del movimiento obrero, debe citarse el ya clásico estudio de Edward Palmer THOMPSON, La formación de la clase obrera en Inglaterra, Barcelona, Crítica, 1989, cuya primera edición en inglés se publicó en 1963.
[12] El tema de la existencia de una cultura política común a republicanos y anarquistas se aborda, fundamentalmente, en José ÁLVAREZ JUNCO, La ideología política del anarquismo español (1868-1910), Madrid, Siglo Veintiuno, 1976, y también, del mismo autor, en El emperador..., subrayando su utilización por Lerroux como recurso de movilización electoral de los obreros ácratas en Barcelona a principios del siglo XX, "Un anarquista español a comienzos del siglo XX: Pedro Vallina en París", en Historia Social, Valencia, Nº13, 1992, pp. 23-37, y "«Los amantes de la libertad»: la cultura republicana española a principios de siglo XX", en Nigel TOWNSON (Ed.), El republicanismo en España (1830-1977), Madrid, Alianza, 1994, pp. 265-292. Para el periodo de la Segunda República y, en general, el primer tercio del siglo XX, constituyen dos aproximaciones Ángel DUARTE, "La esperanza republicana", en Rafael CRUZ y Manuel PÉREZ LEDESMA (Eds.), Cultura y movilización en la España contemporánea, Madrid, Alianza, 1997, pp. 169-199, y Jesús RUIZ PÉREZ, Eduardo Barriobero y Herrán, exponente de una cultura política común a republicanos y anarquistas en el primer tercio del siglo XX (36 pp.), trabajo de investigación depositado en el Instituto de Estudios Riojanos, 2002 [ya publicado: Jesús RUIZ PÉREZ, “República y Anarquía: El pensamiento político de Eduardo Barriobero (1875-1939)”, Berceo, Nº144 (2003), pp. 177-202].
[13] Han incidido en este efecto los microhistoriadores, responsables en buena medida de investigaciones de tipo biográfico que han tenido el resultado descrito. Véase al respecto Natalie ZEMON DAVIS, "Las formas de la historia social", en Historia Social, Nº10 (primavera-verano de 1991), pp. 177-182, aquí p. 179, Carlo GINZBURG y Carlo PONI, "El nombre...", p. 69, donde se utiliza el concepto "excepcional normal", término originalmente acuñado por Edoardo Grendi, para designar los "casos marginales" que "funcionan como pruebas o indicios de una realidad escondida que a través de la documentación general no es posible observar", señalados por ello en el artículo como uno de los objetos relevantes del análisis microhistórico, Gionvanni LEVI, "Sobre microhistoria", p. 140, y Carlo GINZBURG, El queso..., pp. 13 y 23.
[14] Empleamos aquí la expresión utilizada por Natalie ZEMON DAVIS, "Las formas...", p. 179.
[15] El Partido Sindicalista obtuvo dos diputados en el Congreso en las elecciones de febrero de 1936, uno de ellos el fundador de esta formación, Ángel Pestaña, y el otro el abogado libertario Benito Pabón; para una aproximación biográfica al primero, Antonio ELORZA, "El sindicalismo de Ángel Pestaña", en Ángel PESTAÑA, Trayectoria sindicalista, Madrid, Tebas, 1974, pp. 5-77, y acerca del segundo véase Manuel J. PELÁEZ, "El diputado anarquista Benito Pabón y Suárez de Urbina (1ª parte)", en Cuadernos Republicanos, Nº41 (enero de 2000), pp. 109-116.
[16] Eulàlia VEGA, El trentisme a Catalunya. Divergències ideològiques en la CNT (1930-1933), Barcelona, Curial, 1980, y, de la misma autora, Anarquistas y sindicalistas durante la Segunda República. La CNT y los Sindicatos de Oposición en el País Valenciano, Valencia, Alfons el Magnànim, 1987.
[17] La presencia de Sindicatos Autónomos libertarios, escindidos de la CNT, en Cataluña y Valencia, en Eulàlia VEGA, Anarquistas..., pp. 161 y 230, y también 222-224.
[18] La diversidad de posturas evidenciada ante la instauración de un régimen democrático hace a Julián Casanova hablar al respecto de "varios anarquismos"; Julián CASANOVA, De la calle..., pp. 91.